San Martín, como su nombre indica, es pueblo de antiguos herreros. Así aparece citado en escritos de hace setecientos años. Todavía a mediados del siglo pasado se explotó aquí una mina de hierro en la que trabajaron treinta obreros. El mineral extraído era exportado a Holanda a través de los puertos de Bilbao y Santander.
Hoy, San Martín es una localidad agradable y tranquila. A ello contribuye el susurro constante del río Ribera, que alberga por igual inquietas truchas y llamativas piedras coloradas. Junto a uno de los molinos que tuvo el pueblo, ahora acondicionado como vivienda, puede aún verse la antigua conducción del agua.
La iglesia de San Martín es un edificio de sillería y mampostería en el que destaca el retablo mayor del siglo XVIII, un Cristo gótico del XIV y la imagen de San Roque del XVI. Las fiestas del pueblo se celebran para honrar a este santo, el 15 y el 16 de agosto. En el desvío de la carretera que conduce a San Martín y a Rebanal, a un kilómetro de distancia de este primer pueblo, se halla la ermita de San Roque, aunque sus puertas están cerradas y su interior vacío totalmente.
Lugares de interés
Peña Redonda
Cuenta la leyenda que Peña Redonda (1997 m) es la silueta de un gigante acostado que en tiempos remotos habito el Valle Estrecho. La cumbre se asciende desde San Martín por el camino que conduce al chozo de Brañosera, que avanza paralelo al arroyo del Monte. En este itinerario se ve la antigua mina de hierro, una cantera de marmolita y la Fuente Colorada, adema de una densa masa de robles y hayas. Las gentes de Valle Estrecho y Castrejón suben cada año a Peña Redonda el primer domingo de Agosto. El trayecto desde San Martín, ida y vuelta, dura aproximadamente cinco horas.